septiembre 1 2018

LA SONRISA DE ORIENTE

Me encontré esta carta de un explorador inglés Lawrence Collbain, que describía porqué se había quedado unos días, que luego fueron meses, cerca de Adana en el sur de Turquía durante el viaje de retorno hacia su Inglaterra del té y las pastas a las 5.

Él llegó a Adana a principios de Junio con su pequeña

Mersin-Anamur
**Mersin-Anamur**

expedición después de una expedición arqueológica inglesa, de las muchas que se hacían allá por 1850 en la plenitud del imperio británico.

En el hotel en que él estaba hospedado unos 4 días, vió a una joven, que era maestra en ese pueblo para los niños de muchos «nuevos ricos» que había en la zona gracias al ejército francés, la arqueología y minería que fue surgiendo por la zona.

Fue tal el enamoramiento que tuvo, quedó cautivo de su persona, de su carácter y de su alegría, hasta tal punto que incluso el asistía a sus clases dando también unas pequeñas clases de historia sobre el imperio británico, y la reina Victoria.

Mezquita agia-sophia

Así estuvo unos 2 meses hasta que ella tuvo que irse con el regimiento militar donde estaba su padre, que era militar, y que hacía de enlace con los franceses que estaban ya en lo que hoy es Siria y Líbano.

Contaba en esta carta que había noches que no podía dormir, tardaba mucho en conciliar el sueño, no sabía si por el calor de esa zona sur de Turquía o por pensar en ella, en su sonrisa y su amabilidad. Se hicieron amigos, pero el sabía que mas pronto que tarde él tendría que volver a Inglaterra, a informar a lo que era la academia de la Ciencia en Londres, de los hallazgos encontrados en el Este montañoso de Turquía sobre el inicio de la civilización occidental. Unos años antes, Darwin presentó su teoría de la evolución de las especies, con un rechazo total de sus compañeros científicos.

La amistad fué muy intensa en él, y a veces  él quedaba desmoralizado solo por el hecho de pensar que mas pronto o tarde ella o él tendrían que irse, sin tiempo para decirle a ella cuanto la apreciaba, o idolatraba, o incluso como llegaba a admirarla con total dedicación. A veces él dejaba de hacer trabajos que tenía pendientes relacionados con sus hallazgos arqueológicos solo por pasar unas horas con ella. Tuvo una atracción hacia ella rápida e inesperada que en pocos días captó su atención, no por su posición social, su dinero o belleza, sino por su simpatía y una sonrisa enamoradiza que le cautivó hasta extremos que él no podía imaginar.

Y llego el día, que él no quería que sucediese. El regimiento militar donde estaba su padre tenía que partir hacia Egipto occidental donde Francia tenía la soberanía en la zona occidental del pais, ya fuera del llamado con orgullo y flema británica, el Imperio Británico de su Majestad la reina Victoria.

Los compañeros de la escuela, él incluido, le hicieron una pequeña de despedida al estilo local con bebidas y comidas propias de la zona y un típico ponche inglés de cereza. Ella estuvo triste unos momentos pero rápidamente sonrió como solo ella sabía hacer, una sonrisa espontanea, joven, muy alegre, que contagiaba su buen humor que siempre demostró que tenía.

En realidad fué un momento duro para él, tanto ese como los días posteriores. Durante esos no podía dejar de pensar en la alegría de ella y esa sonrisa espontanea que le caracterizaba. Siempre tenía esa sonrisa para todos los que la conocían, pues su amabilidad le había hecho ser muy querida en la escuela.


Hasta luego Lucas.

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Publicado 01/09/2018 por Blas in category "HISTORIA CONTEMPORÁNEA

Sobre el Autor

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