ULTIMA BODA

A menos de dos meses del acontecimiento anual, sin precedentes en el mundo mundial, y habiéndose tomado ese «CAFE CON LECHE IN PLAZA MAYOR», solo entonces, si no hay algún deceso por medio, tendrá lugar en vísperas de la aparición  del verano de manera oficial. Aunque todos sabemos quien dictamina cuando entra cada estación, día del padre, madre o mascota, éste festejo no está bajo los dominios de tal gigante.

El título de este relato debería ser : «Una boda y lo demás funerales» . La boda familiar, claro. Pues con este acontecimiento se cierra el ciclo de los enlaces, y comienza la cuenta atrás de los próximo caídos por Dios y por España, como ponía en monumentos, plazas e iglesias hace no muchos años, hasta que los amantes de la «Alianza de las civilizaciones» decidieron que la historia pasada tenía que cambiar a como ellos dijeran, es decir, los del bando nacional mataban mientras los de la bandera de gays republicanos  les echaban flores a la población, eran gente (o mejor dicho gentuza) de paz y bien.

Otra vez a fingir que todo va bien, las falsas frases de siempre que nunca faltan por la parte familiar del padre de la novia:

• ¡¡¡ Oye, ese es tu hijo/a !!! – Contestación: No, se lo he alquilado a un rumano para ésta ocasión.
• ¡ Cuanto tiempo sin vernos ! – Contestación: Y más que tardaremos a partir de ahora.
• ¿Que tal? ¿Como te va? – Contestación: De P.M , en el paro, estoy que me salgo.
• ¿Que no saludas? – Contestación: Si ya se quien eres y de que pie cojeas.
• ¡ Cuantas canas tienes ya ! – Contestación: Y más que voy a tener, si quieres te enseño las de más abajo.
• ¡ Te estás haciendo mayor, hay que ver como pasan los años ! – Contestación: Pues si, cuanto más mayor me haga menos te quedará a ti, tema que me alegra.
• ¿ Y tu hijo ya tiene novia? – Contestación: ¿Tu también te has dado cuenta?
•  ¡ Ale otro bodorrio ! – Contestación: Pues si te es un compromiso estar aquí, te puedes ir, tranquilo/a.
• Bueno, nos vamos, que seáis muy felices. – Contestación: ¿Acaso te ha importado alguna vez mi felicidad?

Al que no hay como soportarlo, es al de las manecillas del reloj. Siempre con sus gracias a costa de los demás. Si puede dejarte en ridículo, lo hará indudablemente, por que le nace, es así de desagradable. Como se ríe el de sus propias gracias, no sabe si está haciendo bien, mal o regular. Con más acierto en el mal y regular.

Que lo aguante su madre que en gloria esté.

Bueno, pues a ver si aguanto unas horas más allí sin decirle a cualquier «hermanito de la caridad», del mal que tiene de morir.