Bueno, bueno, que ahora viene cuando la derechita cobarde se despierta.

Bien, bien. Como dicen en las películas: “Ahora va cuando matan a la chica guapa de la película, o al chico, depende”. Con tanto lío de géneros, ni se sabe. En fin, sigo.
¿Eso será verdad solo si el preponderante quiere? Si uno quiere, dos no discuten, o algo así se dice, dejando las rencillas a banda, como el arroz cuando cae en la paella. Ahora mismo no habrá más remedio si quieren que los de la estrella no vuelvan a hacer de las suyas, como se ha visto en “este país llamado España”. No hay vuelta atrás, porque sería repetir más de lo mismo. Y no tendría sentido. Al menos tomando los datos actuales, y lo que se oye, te cuentan e imaginas que quieres que salga.

”Andiamo al sodo”, ¿Se puede hacer? Si. ¿Se quiere hacer? Si, pero uno de los dos tiene que ceder, al menos aparentemente.

Y es que si hacen tonterías, ya se sabe lo que recogerán. Falta de estudios o un bachiller bien hecho. Y mucho cuadernillo Rubio con enciclopedia Álvarez, primer

tomo. Así como son aún jóvenes, aún pueden enderezarse, o eso creo. “Cioè, mi rendo conto”. Che ora avremmo ore e messi proprio impegnati.

Otro «Y». Mientras escribía estas líneas, «Su Sanchidad» nos convoca a reflexionar nuevamente con los calores del verano. ¡Que acongojaillo debe de estar para salir de su piramide en construcción y dar la «buena nueva»!

Además, se le ve como «desganao», nervioso, con los maseteros marcados, o como salidos, pronunciados, como cuando estas pensando «me cagüen tooooo, que le doy con la mano abierta y la liamos». Es decir, recoges lo que siembras majete.

Al final todo se sabe, o lo que es lo mismo, el rio siempre busca su cauce más natural, su camino lógico hacia el mar. Si remas contra corriente, o eres muy, muy fuerte o se te lleva la corriente y vuelcas. Te pilla con el pie cambiado y te caes, te hundes, vaya. Es lo que hay y este elemento faraónico se ha dado cuenta tarde, porque se creía «Tutankamón». El «yo, mi, me, conmigo» suele salir siempre mal, que es como mirarse al ombligo, y al final te caes, te pegas contra la farola de turno, te pilla un camión o un patinete, que es más fácil y vergonzoso.