de este cuerpo (yo), que mal piensa, y no coordina a veces, aún teniendo cierto control entre la tortilla de pastillas, el salto al vacío sin red o desaparecer «outside Spain». No veo solución ahora, solo algún caramelo de 0,5 y que no se si hace efecto, bueno que sean 2. El cambio de Dr. Jeckill a Mr Hyde, esta vez ha sido rápido y solo lo ha pagado un pequeño walky que debe estar a trozos por el balcón, a martillazos después de estamparlo un par de veces hacia la pared. Quedar reventado en el balcón, por si los pájaros quieren muestras.
intención de emprenderla con nadie, solo conmigo, como que me siento culpable de esta situación, que no llego a dominar. Esta vez el cambio de pensamiento fue por una asignatura que no ha salido bien en el estudio del Italiano, que tiene su significado y explicación, pues no llego a plasmar escrito lo que estoy pensando, llegan muchas ideas y se mezclan todas, o mejor, quieren salir todas a la vez, y no se llega a entender la razón de las frases, ni el sentido de la redacción. Pienso que esto me ha ocurrido mucho tiempo o, puede ser ahora cuando se acentúe más.
Gracias a Miss Agente especial aún puedo escribir. Después de hablar escribiendo con ella, en poco menos de 5 minutos, tenía a los Geox dentro de casa por si me pasaba algo. Muy amables. Simplemente sabiendo el teléfono, que grande es. Bueno, si, es grande, y VALE MUCHO.
Epitafio1.
Hoy estoy sola. Es el momento. Lo decidí hace tres días. Me cortaría las venas. En vertical. Lo mío no es llamar la atención. Voy en serio.
Mientras noto el frío metal de la navaja de afeitar de mi padre sobre mi muñeca pienso en lo que he vivido.
Es cierto que cuando vas a morir tu vida pasa delante de tus ojos. Son fotogramas. No hay audio. No hay olores. Sólo imágenes sueltas.
34 años. Dos carreras. Dos másteres. Cuatro idiomas. Cero trabajo. Cero propiedades. Sueños ahogados en las ilusiones fallidas de antaño.
Un futuro prometedor que me ha alcanzado y ahora me pisa los talones. No corro. Huyo sin dirección. Es muy triste no tener una hoja de ruta. Pero aún lo es más ser consciente de la mentira que gobierna el mundo. De la hipocresía.
Un pequeño riachuelo rojo y cálido discurre por mis muñecas. El sonido que producen las gotas de mi sangre al chocar contra las baldosas del baño se lleva mi dolor.
Sonrío al pensar en mi epitafio: “ Yo soy la dueña de mi destino”.
2.
Quiero pensar que mi amigo Pere no era consciente de lo que hacía cuando tomó aquella decisión. Él pensaba que un hombre de provecho se mide por los metros cuadrados que tiene en propiedad. Y firmó aquella hipoteca que le condenó a pasear por la vida como una maleta. Con un trabajo mediocre no tenía ni para una birra con los amigos. Necesitaba un sueldo fijo aunque sólo le permitiese sobrevivir. Poco a poco aquella casa se apoderó de él. Su tímida sonrisa se congeló convirtiéndole en el hombre de hielo. Su perfil se redujo a la mínima expresión. Cerró las persianas y bajó el telón del mundo que discurría fuera de aquellas paredes. Lo triste es que murió antes de acabar la hipoteca. De ahí su epitafio: “Por fin tienes algo en propiedad”.
***Nota: Estos microrrelatos los escribí porque pretendía participar en un concurso. Había que realizar una pequeña historia, de no más de 200 palabras, con la condición de que se incluyera en ella la palabra “Epitafio”. Aquí el resultado del brainstorming. Y aquí la razón por la que la indecisión hizo que llegara tarde a la cita. No me presenté al concurso. Espero que os guste.