LOS DIOSES DEL OLYMPO

Los nuevos Dioses del Olympo han vuelto y están entre nosotros. «Los JUSTICIEROS han bajado junto a los mortales». Los «Godzilla» del Mediterraneo «come back». «Men in Blas» 7.5 . «Darth Vader se hace monje de clausura». «Los Inmortales 4». «Desaparecidos 375». «El vuelo del Fenix gordo». «Don Quijote y Tocinete».

Título a elegir.

Aparentemente parecen que están reñidos entre si, pero dan el engaño, la apariencia de enfado o distanciamiento entre si, para alguna sucia intriga.

Los Dioses se sienten los señores del universo, garantes de la paz y el orden en esta parte de la comarca, aunque a su forma de pensar, deben de ser los abanderados de la justicia, la ley, el comportamiento de sus súbditos, y el bien hacer de los hechos y personas de su siniestro reino.

Su actual y primordial función es restablecer  y limpiar sus dominios de la escoria que puebla su reino, de vividores y gente de mal vivir, traidores a la patria y a sus mercedes. Es decir, a todos los que les rodean. Todos esos infectados por el virus de ser personas normales, que viven su presente sin meterse con los demás, aunque en sus calenturientas mentes, todos son discursos inquisitorios, de traición a estos nuevos dioses, vueltos a sus andadas.

En su primera aparición, acabaron luchando entre ellos mismos, a vida o muerte, aunque en este caso todo eran nubes negras, mucha tormenta de infidelidad interna. Cada uno estuvo en su reino respectivo, aparentemente. El odio y no la distancia, era su separación.

El río siempre busca su cauce natural hacia el mar. Los señores del Olympo también, su tendencia es actuar conjuntamente en este mundo de imperfectos humanos, a los que ellos deben llevar con el camino correcto, acuerdo a sus santas y perfectas leyes. Nadie se debe relevar ante estos señores feudales, dueños de cuerpo y alma de sus imperfectos lacayos, a los que, con mano dura, irán corrigiendo en su justa medida a las leyes que ellos tienen, que mandan cumplir sin excepción. Bajo su capa no hay seres perfectos, ni que merezcan perdón. Todos sus súbditos son culpables aunque se demuestre lo contrario, tema que no ocurrirá, pues esta pareja de inmortales son la perfección que volverá a dar a esta comarca el esplendor que merece. Todos tienen una imperfección para corregir por ellos, dueños y señores en este zona, y en poco tiempo, en muchos kilómetros de distancia.

Sus imperfectos súbditos lo son, simplemente, por existir. En cuanto ellos saben de la existencia de un nuevo súbdito, deben de ponerlo en «el buen camino», como deben de ser ante ellos. Bajo su manto tienen a torpes, tullidos, falsos inválidos, mentirosos, sabelotodos, listos, malavenidos, traidores, gorrones, traidores, falsos, comunistas, corruptos, anti-españoles, EB en hf, meapilas, bobalicones, y gentes del inframundo, que en nada se parecen a ellos, dado que han sido enviados por el Olympo a castigar a estos seres imperfectos.

Cualquier pensamiento, que no haya surgido de sus incorruptas y bien dotadas mentes, es meritorio de la actuación de su Santa Inquisición, es decir, ellos mismos. Pues son rey, juez y verdugo de sus endemoniados lacayos. En un caso remoto, de existir algún rebelde o nuevo personaje, primero hay que darle unos latigazos para que aprenda quien manda en el Olympo, pues sus leyes están por encima de las leyes de los hombres. Como dicen al principio de «Juego de Tronos», se acerca un largo invierno, las bestias de la nieve no respetan, no tienen leyes.

Por sus últimos pergaminos encontrados, están preparando una «ofensiva sin precedentes» que será recordada por futuras generaciones, y que las grandes ofensivas en la II Guerra Mundial, quedarán como juegos de niños.

«QUE EL SEÑOR (el de los anillos) SE APIADE DE NUESTRAS ALMAS»

Nota: ¡Ay señor llévame pronto!